Qué triste es ver como todo lo que alguna vez
te ha importado desaparece. Qué triste es darte cuenta de que todo el tiempo
que has dedicado a algo que creías lo más importante en tu vida, desaparece.
Qué triste es vivir en un mundo donde es más fácil desilusionarse que tener la
certeza de que todo irá bien. ¡Qué triste es todo!
Esas son las palabras que cruzan mi mente
cuando pienso en ti. Esas son las palabras que mi voz interior pronuncia una y
otra vez, sin importarle torturarme de esa manera tan cruel. Esas son las
palabras que se han instalado en mi interior, acompañadas de todas las imágenes
de lo que algún día tuvimos tú y yo. Algo que me destruye a pasos agigantados,
algo que me hace sentir pequeña y débil.
Pero siempre me han enseñado que la vida es
dura, que hay más momentos que superar que los que merece la pena recordar.
Así que no voy a rendirme. No voy a ser débil. ¿De qué me sirve llorar por las
esquinas y lamentarme de lo que pudo haber sido si voy a estar aún peor?
Prefiero pensar que si no será, es porque no merecía la pena. Prefiero pensar
que la felicidad me llegará mañana y que realmente voy a estar mejor de lo que
estaba. ¿Para qué vivir siendo infeliz hoy si con una decisión difícil podré
ser feliz mañana? Esa es la mentalidad.
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